Las habladurías de las calles negras. "La silla del todo".

Era 1999, estábamos casi a finales de año, a punto de cumplir el segundo milenio después de Cristo, cuando en la pequeña ciudad de las afueras de la comarca sucedió algo extraño. En esta ciudad había muy poca gente apenas unas 10.000 personas.
En el barrio pobre de "Liouch More", cerca de la comisaría, los chavales de las cercanías exploraban el interior del enorme edificio negro y blanco. Nunca pensaron lo que les iba a pasar.
John, el joven que se atrevió a entrar con sus dos primos gemelos, Luke y Boy, fue el malaventurado que descubrió la llamada "Silla del todo", y el segundo humano mortal en probar sus temidos poderes, después, claro, del famoso y difunto delincuente Maron Cages, que fue el culpable de que esta vieja silla eléctrica para torturar de principios del siglo XX sea tan temida.

Corría el año 1943 cuando Maron fue capturado por robar el banco menos protegido de todo el mundo, el de esta ciudad, claro. Era el golpe facil, después de haber protagonizado una cadena de delitos, robos y asesinatos por casi todo el mundo, ¿quién pensaría que iba a venir aquí? En cambio, un policía anónimo ya se había enterado de lo de su golpe aquí y se anticipó a los hechos. Avisó a sus compañeros y a sus superiores, y estos avisaron a los demás departamentos, así hasta que todas las oficinas de policías de todo el mundo supieron donde iba a estar Maron Cages. Planearon entre todos los altos mandos una emboscada inesperada al ladrón, y también una fuerte tortura por sus delitos, sin juicio anterior, solo sufrimiento para el calificado por la prensa como el peor hombre del siglo XX.

Los científicos de Rusia diseñan en sus laboratorios secretos una mejora de la silla eléctrica normal, una con más potencia, y que no solo produciera descargas, sino que hiciera sufrir psicológicamente al usuario. Tal vez inyectándole una pequeña dosis de una droga muy fuerte, tal vez azotando al maldito criminal con un látigo mientras una multitud enfurecida le grita; pero eso no sería una mejora. Entonces uno del equipo, el extraño Boris Snovoc, licenciado en física y química y un ferreo seguidor de la magia negra -al que el laboratorio llamaban el alquimista-, se acercó al equipo que pensaba en las reformas para la tortura. Todos se dieron la vuelta al ver que el viejo loco se acercaba. El sonrió con una mueca sin dientes y extendió el brazo peludo con una mano temblorosa que sostenía una extraña piedra morada. Todos se quedaron anonadados mirando la piedra, durante un buen rato; sus miradas se perdieron en el profundo color morado de la piedra, infinito, infinit...
De repente, el extraño anciano recito unas palabras, unas palabras insólitas, algo como: "Fil-coün-ug"
Todos despertaron de su trance.
Uno de ellos dijo:
-Boris,¿Qué es esto?
-Esto, esto es una Roquius Uivelsus. La he inventado yo, con el unico fin de hacer sufrir a ese maniaco de Maron. 
-Pero, lo que ha hecho..., no pienso adjuntar un método alquimista a una máquina de ciencia.

Pasaron los días, el ataque a Maron Cages fue un éxito y ahora lo tenían entre rejas, esperando la llegada de el revolucionario trasto de tortura. Finalmente, el equipo cedió ante el misterioso artefacto que proponía el viejo Boris, uno que incluyera magia oscura.
Transportaron la silla que fue bautizada como "Silla Arquímia" hasta el lugar donde estaba el ahora preso Cages.

El glorioso día llegó, medios y personas se agrupaban en la puerta de la desconocida comisaría para observar la tortura del maniaco ladrón. Se oían gritos de desprecio hacia el hombre que había dentro y los flashes de las fotos dejaban ciego a los guardias de las puertas que avisaban de que no era seguro quedarse allí, puesto que habían avisado de que la radiación producida por el instrumento en cuestion sería peligrosa para los civiles.

Dentro del edificio, dos de los científicos del equipo ruso, entre ellos Boris, preparaban la máquina. Trajeron al sombrio asesino.
Boris lo miró con desprecio y se adelantó para observarlo mejor.
-Con que este es el famoso Maron Cages. Me lo imaginaba más alto...
-No se sorprenda, siempre acabo decepcionando a todos.
El viejo sonrió, le dijo a los que agarraban a Maron que le siguieran. Se dirijían a una sala negra, por alguna extraña razón. Entraron; en la sala habían velas rojas y pinturas en el suelo, en el medio, la silla.
Sentaron al hombre y le amarraron con sogas por las piernas y los brazos; para que quedara en completo contacto con la silla.
Boris dijo:
-Salir de aquí, podeis colocaros detrás de la ventana de protección con mi compañero y el jefe de policía.
Cerraron la puerta al salir, en la sala sólo estaban Boris y Maron, un enfrentamiento peligroso. Boris se dirigió hacia la silla, le colocó unos extraños cables con adhesivos de plástico al final en la cabeza, el hombre atado se extraño, estaba acostumbrado a sufrir, pero nunca había visto un método tan extraño como el que se le presentaba ahora. El viejo loco cogió una caja metálica de la parte de atras de la silla, pulsó unos botones y movió una palanca; acto seguido se retiró atras y se sento en una esterilla junto a las velas. Varios pitidos prosiguieron a lo que hizo Boris, y de inmediato, un destello de luces moradas que continuó con el agitamiento diabólico del cuerpo de Maron. 
-¡Perfecto!-gritó el alquimista.
Maron grito de forma espeluznante durane casi un minuto, tiempo suficiente para que los efectos de la Roquius Uivelsus hiciera efecto sobre la mente del perturbado Maron. 
Finalmente, los espasmos pararon. El hombre se tanquilizó, quizás demasiado como para estar vivo. Había pasado al mundo de La orbis Füx-micahunb, el extraño ser que vive entre la realidad y la no-existencia. Su viaje, el de Maron, fue doloroso y totalmente traumatizante, pero claro, que le importaba, ya estaba muerto, no sentía nada.

Con la sorpresa que se llevaron todos, los policías tuvieron que intervenir. Con el tiempo y los cuchicheos sobre la maldición del cuerpo de Maro Cages, se tuvo que cerrar la comisaría, y todos se quedaron sin trabajo; el laboratorio secreto se destruyó y condenaron a Boris Snovoc por asesinato y por engañar a la policía; en total, siete años de carcel -sin contar los que no recibió al fugarse-.

Así es como ha llegado hasta este momento, el momento en el que el joven John se disponía a probar la diabólica construcción del mal. Su primo Boy tocaba los botones como diversión mientras Luke hacía de juez.
-Tu has sido condenado a la silla eléctrica de la comisaría abandonada -,dijo con voz grave y entre risas.
Entonces fue cuando el pobre chaval, John, empezó a agitarse de forma extraña; pensaban sus primos que estaba jugando hasta el momento en que comenzó a sangrar por las uñas y la nariz. Gritaron y suplicaron que alguien viniera, pero antes de eso, John paró; como Maron antes que el, se perdió en el mundo espiritual. Sus primos corrieron para salir de allí y avisar a algun adulto, dejando al pobre John solo ante la inmensidad de la silla. Desde su mente, en un espacio negro, el niño veía como sus primos se alejaban hasta convertirse en sombras.

Anduvo por ese espacio durante semanas enteras hasta llegar a una pared de agua, con una huella de una mano, de una mano adulta. Posó su palma en la marca y sufrió durante segundos el viaje a la frontera de Füx-micahunb, que le cogió con su mano gigante, había tomado su forma simple, aquella que utilizaba para presentarse ante los seres orgánicos que acababan en su poder.
El chico se quedó asombrado y a la vez inmóvil ante la figura del ser, un gigante gris, al que sólo se le podía ver desde el tronco hasta la cabeza, que era una espeluznante mezcla entre un monstruo y un árbol, sin rostro, solo una reja que asemejaba ser de raices muy gruesas que se abrían como una puerta y que dejaban paso al inmenso pasadizo que formaba lo que podría ser su garganta. Movió al pequeño con el fin de tragárselo como a los demás.
El niño se dejó caer y con una cara de espanto advirtió que se podían ver los rostros de los comidos, entre ellos, la cara pálida y delgada del ladrón, con una mueca de satisfacción y locura al ver al niño. 
John calló como en una piscina y fue devorado por los espíritus que, por medio del canibalismo, pretendían recuperar sus cuerpos, ahora polvo.
Y así, el castigo eterno se sumió en aquellos que quisieron averiguar los secretos de la existencia, los entrometidos que osaron urgar en el diente de oro del todopoderoso Maüng.
¡Que dure por siempre su inmenso poder!

Comentarios

  1. Aquí tienen una nueva entrada con un tema distinto a los demás. Siento mi anterior inactividad.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Me ha gustado tu último relato Bob, me ha producido sensaciones similares a las que tuve hace tiempo leyendo algunos relatos de Lovecraft. ¡Sigue escribiendo desde el lado oscuro!

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